El Dr. Eduardo Labougle fue ministro plenipotenciario y embajador argentino ante Alemania entre 1932 y 1939, un breve período de tiempo en que la historia del mundo cambió para siempre, especialmente por los hechos que comenzaron a desencadenarse en el Reich casi desde su arribo. Se trató de la segunda vez que el diplomático de dilatada carrera era destinado a Berlín. Sin embargo, y aunque contaba con una gran experiencia en asuntos germanos y una enorme cantidad de contactos de alta sociedad, nada lo preparó para lo que iba a vivir durante aquellos siete agitados años: los entretelones del ascenso de los nazis al poder, la noche de los cuchillos largos, el boicot a los judíos, el rearme de la Alemania nazi, la muerte de Hindenburg, la anexión del Sarre, el Anschluss, la crisis de los Sudetes, las deportaciones y todos aquellos recordados eventos que llevaron al mundo a la conflagración más grande y sangrienta de la historia.
No obstante, Labougle no fue apenas un testigo silencioso que veía pasar la tormenta desde el cobijo de su embajada. Las páginas de esta extensa investigación revelarán el importante rol muchas veces jugado por este encumbrado diplomático en aquellos eventos; hombre de consulta de ambos bandos en pugna y de una importancia sobresaliente en los salones más suntuosos de la capital del Reich.
Boceto de tapa
del manuscrito original
Los extensos informes enviados por Labougle desde Berlín, que hoy descansan en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, cuentan historias fantásticas y narran detalles inimaginados. De una clarividencia propia de la de un estadista, nos dan también una idea cabal de la real trascendencia que el representante argentino tuvo durante esos atormentados años. Su posición fue lo suficientemente importante como para ser recibido en privado por Hitler y Göring en persona.
A pesar de la distancia, una de las principales preocupaciones de Labougle fue el avance de los nazis en la Argentina. Denunció la penetración en las escuelas y el envío de maestros destinados a propagar los ideales de Hitler. Siempre bien informado, se dedicó especialmente a combatir el derecho que los nazis creyeron tener de educar a sus hijos nacidos en la Argentina bajo las normas y costumbres nacional-socialistas; reclamos que, muchas veces, llevó en persona hasta los más ponderados personajes del Tercer Reich.
Cantidad de páginas: 222
EN EL OJO DEL HURACAN, MISIÓN EN BERLIN DEL EMBAJADOR ARGENTINO EDUARDO LABOUGLE CARRANZA (1932-1939). Julio B Mutti
El Dr. Eduardo Labougle fue ministro plenipotenciario y embajador argentino ante Alemania entre 1932 y 1939, un breve período de tiempo en que la historia del mundo cambió para siempre, especialmente por los hechos que comenzaron a desencadenarse en el Reich casi desde su arribo. Se trató de la segunda vez que el diplomático de dilatada carrera era destinado a Berlín. Sin embargo, y aunque contaba con una gran experiencia en asuntos germanos y una enorme cantidad de contactos de alta sociedad, nada lo preparó para lo que iba a vivir durante aquellos siete agitados años: los entretelones del ascenso de los nazis al poder, la noche de los cuchillos largos, el boicot a los judíos, el rearme de la Alemania nazi, la muerte de Hindenburg, la anexión del Sarre, el Anschluss, la crisis de los Sudetes, las deportaciones y todos aquellos recordados eventos que llevaron al mundo a la conflagración más grande y sangrienta de la historia.
No obstante, Labougle no fue apenas un testigo silencioso que veía pasar la tormenta desde el cobijo de su embajada. Las páginas de esta extensa investigación revelarán el importante rol muchas veces jugado por este encumbrado diplomático en aquellos eventos; hombre de consulta de ambos bandos en pugna y de una importancia sobresaliente en los salones más suntuosos de la capital del Reich.
Boceto de tapa
del manuscrito original
Los extensos informes enviados por Labougle desde Berlín, que hoy descansan en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, cuentan historias fantásticas y narran detalles inimaginados. De una clarividencia propia de la de un estadista, nos dan también una idea cabal de la real trascendencia que el representante argentino tuvo durante esos atormentados años. Su posición fue lo suficientemente importante como para ser recibido en privado por Hitler y Göring en persona.
A pesar de la distancia, una de las principales preocupaciones de Labougle fue el avance de los nazis en la Argentina. Denunció la penetración en las escuelas y el envío de maestros destinados a propagar los ideales de Hitler. Siempre bien informado, se dedicó especialmente a combatir el derecho que los nazis creyeron tener de educar a sus hijos nacidos en la Argentina bajo las normas y costumbres nacional-socialistas; reclamos que, muchas veces, llevó en persona hasta los más ponderados personajes del Tercer Reich.
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